Según aterrizó el avión ya notaba un gusanillo difícil de controlar, estaba ansioso de llegar a Santander, la novia del mar. Allí me esperaba un séquito de bloggers y estilistas con ganas de poder escucharme. La ponencia duró cerca de una hora donde pude conocer a gente maravillosa de la que aprendí mucho, espero que dentro de poco les vuelva a ver...
Pero ahora me tocó dar una vuelta por la zona e indagar por aquellos lugares que un día dejé atrás, recordaba la bahía, el Palacio de la Magdalena y cómo no, esas tiendas maravillosas con piezas de ensueño. Llevaba dos maletas de Eastpak, mi keepall y un Loewe que compré en el aeropuerto, o sea iba hecho un personaje, necesitaba ir corriendo al hotel (para descargar un poco y luego continuar con mi "trayectoria"). Me enfundé en un bañador, una camiseta y un cortaviento de Soloio para ir a "faenar" je, je, je estaba ansioso de sentir la brisa del mar...
Mirad que tuve para cenar... tremendo pato confitado con mousse de manzana me ofreció el Hotel Bahia.
Y ya hora de ir a mimir... que mañana hay que madrugar para ir a casa, jo.